Hacía 33 años que no veía a la Elenita. La dejé de ver cuando nuestros padres se separaron el año 1978 y se deshizo la casa de Suecia 1680, en un terremoto familiar de proporciones.
Pasaron estos años de manera vertiginosa y en una corta conversación por chat con Juan José Cousiño Donoso, él recordó a la Elenita e inmediatamente me puse a investigar sobre su actual paradero.
Internet, maravillosa como siempre, me mostró la dirección y el teléfono de la Elenita. Yo sólo recordaba que vivía en una casa en Av. Francia y que su marido se llamaba Juan. Juan José me dio sus apellidos Ortiz Ferrari y finalmente di con el teléfono, llamé y hablé con su hija María Angélica, quién me reconoció inmediatamente y quedé de visitarles hoy Sábado 17 de diciembre de 2011.
Juan había fallecido cuatro años antes.
Luego de darme algunas vueltas por el sector, logré dar con la casa en Av. Francia 1762. Es una casa antigua, sólida y muy bien hecha, con piso de madera, un buen jardín y un lindo parrón, como en los viejos tiempos. Estacioné a la sombra y tuve que llamar por teléfono, porque no encontré un timbre para anunciar mi llegada.
Me recibe su hija María Angélica y me hace pasar. La casa estaba fresca, limpia y ordenada. "Mira, ahí está mi mami" y veo a la Elenita de pie, que me mira y me dice "¡Don Hugo!" obviamente confundiéndome con mi papá. La abrazo y le digo "Soy el Hugo" ... "¡El Hugo chico!" exclama y seguimos abrazados, como para ponernos al día después de 33 años sin vernos.
Luego nos acomodamos y comenzaron las preguntas y las historias. ¿Qué ha sido de Juan José? ¿Y la Rebeca cómo ha estado? ¿Y qué ha sido de tu vida? "Sabíamos de ti, por la Señora Nena" (Eso fue impresionante porque mi mamá la visitaba regularmente y le llevaba las últimas noticias de toda la familia. Ella sabía perfectamente que yo vivía en Antofagasta y que me había ido bien en la vida. Todo eso lo hacía en micro y siempre se movilizaba así, para visitar a las personas que ella quería. ¡La Nena era extraordinaria!)
Nos acordamos de "Pedro, Juan y Diego", de sus comidas ricas y especialmente el puré de papas, que ella hacía agregándole 250 gramos de mantequilla y un tarro de crema Nestlé; ¡Insuperable, exquisito! y muy alto en colesterol.
María Angélica -"La Negra"- está igual, con la misma voz y ella se ha encargado de cuidar a su mamá en estos últimos años. La Elenita está bien, para su edad (84), completamente lúcida y se desplaza con un par de muletas, que ella llama "bastoncitos pitucos".
Sin mencionarlo, no pude dejar de recordar cuando le "insplotaron los parlantes", "la espirina tan grande" (Sonrisal), los gladiolos, cuando la Nena le encargó ravioles para el almuerzo y el plumero de tiras.
"Venga cuando quiera Huguito", me decía a cada rato y estaba muy contenta. Aproveché de darle los saludos cariñosos de todos por quién ella me preguntó (Rebeca, Juan José, Felipe, Pato Gajardo, primos, etc.) ¡Recordó a muchas personas!
Nos sacamos una linda foto juntos y la abracé como en los viejos tiempos, cuando quería meterme en sus ollas para saber lo que estaba concinando para el almuerzo, especialmente cuando hacía su afamado puré de papas.
Como pueden ver, su casa la mantiene impeclabe y muy ordenada.
Al despedirnos, ella trajo algunas fotos mías que guarda en su mesita de noche, de la época en que era un lolo (20-22) incluyendo mi foto oficial como sobrecargo de LAN CHILE de 1971, que yo no tengo. Ella me la quería regalar, pero le dije que estaba mucho mejor y en muy buenas manos.
Finalmente me fui y la Elenita salió hasta la puerta de su casa a despedirse. Fue un tiempo maravilloso de recuerdos, de amor y de gratitud.
(Una de las cosas con las que nos regalonea el Señor)
Los quiero mucho,
Hugo
No hay comentarios:
Publicar un comentario